La eutanasia ha sido durante la última década, el tema de moda entre los médicos encargados de la atención y cuidado del paciente terminal, en nuestro país no existe una ley que permite o regule su práctica o aplicación de esta medida. Durante el pasar del tiempo la sociedad ha valorado solamente el punto de vista del paciente, entre ellos el término dignidad humana, pero más haya de la dignidad, y el derecho fundamental de la libertad, estaría quién ejecuta un procedimiento delicado e irreversible.
Antes de analizar el impacto que tenga una ley que regule esto en Costa Rica, se deben valorar varios aspectos:
- La edad: en nuestro país el auge que han tenido las universidades privadas en las dos últimas décadas, en formación de personal médico, ha hecho que lo profesionales en ciencias médicas se gradúen a edades jóvenes, en promedio de 21 y 24 años.
- La enfermedad: se debe analizar el perfil patológico de cada enfermedad por separado, la historia natural de la enfermedad, la epidemiología de cada una de las enfermedades y los posibles finales fatídicos que aporta cada una de estas por separado.
- Perfil individual de cada paciente: el perfil personal, metabólico y antropométrico de cada paciente por separado.
La edad se muestra como una de las más preocupantes variables a evaluar en el caso de eutanasia en Costa Rica, el profesional médico suele graduarse joven, se debe evaluar hasta donde hay una visión psicológica, global, social y humana desarrollada, capaz de evaluar la necesidad o no de un procedimiento irreversible como es el de la eutanasia; debe valorarse que tipo de profesional médico debe poder realizar este tipo de procedimiento médico, el profesional debe estar académicamente capacitado.
Cada enfermedad aporta un componente individual en cada valoración de reversibilidad, irreversibilidad; terminal o no terminal, la historia natural de la enfermedad es distinta al valorar una u otra enfermedad, ejemplo, un accidente automovilístico que desencadene una cuadriplejía no es de igual valoración que una enfermedad oncológica, como el cáncer de páncreas; ambas enfermedades a pesar de ser de pronósticos reservados no tienen una evolución igual, el cáncer suele producir una calidad de vida distinta a la cuadriplejia, la sintomatología es variable. Uno de los factores a valorar es la producción o no de dolor, la producción o no de crisis diversas, lapsos de empeoramiento en la calidad de vida. Definiendo calidad de vida como independencia para realizar labores autónomas cubriendo necesidades básicas personales, así como también con una cuestión espiritual o emotiva que se establece a partir de la actitud que cada persona o cada comunidad tiene para enfrentar el fenómeno de la vida.
El perfil físico individual de cada persona de ser valorada en pleno, iniciando el perfil social, familiar, físico, valorar costo de terapias contra efectividad de estas terapias, valorar efectividad de terapias paliativas y del dolor en cada paciente y la respuesta a estos fármacos. Las terapias eutanásicas deben valorarse en pacientes en quienes están totalmente agotadas las terapias médicas efectivas o que disminuyan todo tipo de sintomatologías, cada paciente presenta una respuesta distinta a distintos medicamentos.
No debe confundirse una crisis de enfermedad, con la agonía, la crisis es reversible, la agonía es irreversible; la eutanasia en una sociedad, cristiana, socialmente unida, socialmente comprometida, con relaciones sociales e interpersonales más estrechas, una sociedad profundamente religiosa, es vista desde un punto más subjetivo, más crítico, del poder de un ser "Dios".
La eutanasia debería ser aplicada como una medida final de rescate, en pacientes terminales, sintomáticos, con un pronóstico desfavorable, cuya calidad de vida decae de forma aguda, pacientes con un núcleo familiar desgastado; todo esto valorado por un profesional altamente capacitado académicamente en los aspectos sociales, psiquiátricos, médicos, farmacológicos y con cada patología específica.
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